
Casi muchas personas tienen un prejuicio de estar con una persona mucho mayor a ti . Pero en realidad nadie sabe cuándo una persona es vieja para los demás y cuándo es para mí.
Los hombres “viejos” protagonistas de mi post son
aquellos en los que ni a palo me hubiera fijado hace cinco años porque, según
mi prejuicio infantil, ya olían a rancio y estaban llenos de mañas. Digamos, 15
años mayores que yo.
Tal cambio de paradigma sucedió hace un par de
años. Estaba enredada con un tipo que en esa época ajustaba a “mi ideal
generacional” sólo por no estar sola , pero era un desastre. Estaba atrapado en
la adolescencia, me dejaba botada y plantada, todo el tiempo quería que esté
con él, dependía económicamente de lo que podía hacer a diario, me celaba todo el tiempo , lloraba por todo y no hacía más que quejarse , era machista , el sexo con ´él era tan asqueroso que yo sólo quería que termine y acabe con esa tortura , como a muchas les sucede hoy en día y tras de eso hay que fingir y por último creía que
para que su viernes valiera la pena tenía que incluir altísimas dosis de mucho
alcohol, muchos amigos y su lástima del “ NO ME DEJES POR FAVOR”.
En medio de esta relación miserable y fugaz
apareció un ser sereno, maduro y responsable y cambio total. ¡Los “viejos”
rules! Era 14 años mayor, tenía un gran trabajo y la serenidad y sabiduría que
dan los años. Lo malo, era de esos solteros eternos que no creen en el
compromiso, y que por ende son un poco egoístas. Pero, como yo no buscaba
matrimonio, él era simplemente perfecto.
Como me llevaba 14 años de ventaja su cabeza
estaba 14 veces más llena de información, así que cada conversación era
idílica, él tenía qué decir, yo qué aprender y decir, y todos ganábamos.
También llevaba 14 años más que yo recorriendo la ciudad, así que conocía un
bar que ni les cuento. Tenía su propio departamento, así que con él nunca tuve
que moteliar (en ese entonces yo todavía vivía con mi mamá).
Su lista de bondades es larga, pero terminaré con
el sexo. Era maravilloso. Antes por cuenta de mi prejuicio creía que los
“viejos” ya no aguantaban -lo que por cierto justificaba muy bien la existencia
del Viagra-, pero ese no era su caso. Ese señor se conocía tanto que sabía cómo
durar lo que tenía que durar. Finalmente había estado 14 años más que yo en el
negocio y sabía cosas que yo no imaginaba. ¡Adiós misionero! La experiencia también
lo había librado de prejuicios, se arriesgaba, y me hacía cosas que requieren
un conocimiento que solo da la práctica.
Mi historia con él terminó, por un tiempo , se casó . El señor "No Compromisos ", resultó muy comprometido , superar su matrimonio ha sido una de las pruebas más difíciles de mi vida, sin duda me enamoré de él , una lucha interna. Se convirtió en todo para mí, el complemento ideal, el que me entiende y entiende los mil demonios que llevo dentro. Se casó, es verdad, me decepcionó, también es verdad, pero a pesar de todo lo supe perdonar y sigo en la lucha en la espera de que algún día sea para mi.
En conclusión aunque mi vida sigue, quedé fregada.
Adiós veinteañeros. Tal vez este ‘gustito’ me convierta en la feliz merecedora
de un divorciado/viudo temprano, porque a medida que pasan los años los hombres
de esa edad ideal se casan, tienen hijos, y los que no ya generan suspicacias.
Pero es un riesgo que puedo correr. No hablo necesariamente de más de una
década de diferencia. Con un lustro me conformo.
Total, me chiflan y atraigo a las voces adultas, los planes
treintañeros/cuarentones, y las canas escasas (mejor si sobresalen en una barba
tupida de tres días). Así que sí, me gustan “viejos”. Nada que hacer.
Por: Emilia
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